Con el paso agitado de lo ‘urbano’, la memoria en los barrios guarda una relación única de sus calles, expresiones y gentes con el curso de comunidades y procesos nacionales. Se juntan esos colores cercanos, las jugarretas de niños que vienen y van; la confidencia certera de vecinos compartiendo, más que inmuebles, hogares comunes.
En la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales —junto a otras voces— siguen denunciado una sistemática arremetida contra los patrimonios de barrios, y la determinación de sus vecinos en el consenso de proyectos urbanos y sociales. A este reclamo se sumó el Comité de Hábitat y Vivienda del Colegio de Arquitectos, señalando el interés corporativo de los espacios planteados en la Ley de Integración Social y Urbana que promueve el gobierno chileno; sin consideración de su función social y cultural.
Las consecuencias han sido progresivas, afectando en ejecuciones arbitrarias, por ejemplo, espacios de la Zona Típica del Barrio Yungay, o las recientes demoliciones de la Villa San Luis, a pesar de su declaratoria de Monumento Histórico en 2017.
La construcción de los espacios urbanos tiene un arraigo desde la convivencia y expresiones que comunidades, marcadas por la memoria, van haciendo generación tras generación. Es urgente una intención vinculante y sinceras a las propuestas de las organizaciones que, como la Asociación Chilena de Barrios o la Escuela Taller Fermín Vivaceta, elevan en defensa integral de los bienes patrimoniales, materiales e inmateriales.